Reserva Natural Parcial Cueva del Sidrón
Es otro de los tesoros que nos ha dejado la historia, la cueva del sidrón, en la que reposa el pasado ancestral. En su interior, a lo largo de tres galerías distribuidas en varios niveles, con un notable interés geomórfico, aguardaban a la ciencia los restos óseos de una familia completa de neandertales.
Restos que han dado información de trascendencia universal sobre las costumbres de aquella civilización, el momento en que se encontraron con el hombre moderno y hasta sobre su mapa genético.
Gracis al ADN extrañido en ellos, cargado de datos, pese a los miles de años transcurridos, el Principado ha participado en un proyecto científico internacional, cuyas conclusiones han dado la vuelta al mundo.
Los primeros restos notables encontrados fueron los de una mandíbula completa, que pudiera tener unos 50.000 años de antigüedad, aunque algunos expertos llegaron a datarla con 70.000.
Tras ella las diferentes campañas han seguido arrojando más hallazgos. Cada año se acumulan en los laboratorios cientos de pequeñas muestras óseas más. Pero el Sidrón, que se encuentra en el concejo de Piloña, entre Vallobal y Cadanes, en la parroquia de Borines, tiene también trascendencia por sus pinturas rupestres, y sobre todo por ser la cavidad asturiana más grande de conglomerados terciarios. Sirve de refugio a cinco especies diferentes de murciélagos y dos muy singulares de insectos coleópteros.
De momento, por ser un punto de investigación de sumo interés y ,mantenerse todavía en su interior la mirada de la ciencia, el visitante no puede acceder a estas singulares galerías.
Se puede realizar un acercamiento a la misma desde una pequeña ruta que aquí planteamos y que es representativa de la biodiversidad del concejo de Piloña.
Dicha ruta parte desde un punto de la carretera PI-9 situado en las casas del Acebal, y transcurre por un camino agropecuario de fácil tránsito hasta la entrada de la cueva.
A lo largo del camino nos encontramos con una gran muestra de la flora más representativa del concejo. Podemos diferenciar cuatro zonas básicas: una primera de influencia claramente rural, puesto que abundan prados destinados a pastoreo; una segunda de bosque de castaños y robles maduro, con sotobosque escaso; una tercera zona de matorral muy soleada (brezal-toja); y una última, dispuesta a lo largo de todo el camino y sus aledaños que estaría en torno a un arroyo.
Respecto a la fauna en esta ruta, hay muchos ejemplos de animales típicos asturianos, sobre todo para el paseante atento y silencioso.
Podemos observar: restos de animales salvajes como heces de zorro, el sonido de multitud de esquivas aves pasando cerca de nosotros, animales domésticos como vacas de la raza Asturiana de los Valles y multitud de insectos y arácnidos pasando desapercibidos a nuestro lado.